Comer pastelitos de membrillo.
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Hacer esta reposera en miniatura como regalo de cumpleaños para una amiga, inspirada en la tapa del disco de Benito en versión las señoras marplatenses que seremos algún día. Esta foto no le hace justicia, pero es la única que tengo. Aguanten los procesos más allá de los finales.
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Esta canción me genera tanta alegría que trato de no ponerla en repeat para no cansarme.
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Escuchar a Cazzu hablar de su nuevo disco y que se me destrocen mil prejuicios. Compartir que me gusta lo que hace. Una Macarena del pasado con lo desaprobaría, quizás hasta me juzgaría. Mi hermana es testigo.
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Hacer cerámica todos los martes. ¿Cómo no empecé antes?
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En muchas fechas patrias se me viene a la mente el proceso que atravesamos con Javi para hacer nuestra tesis de grado, sobre los estereotipos visuales en las efemérides argentinas. Me da ternura vernos ahí con la China, nuestra directora, armando el Atlas de la Revolución de Mayo (entren a los links solo desde la compu y bajo su propio riesgo, codeé esa web con toda mi tozudez cuando todavía no existía Figma, el tupé).
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Empezar a distinguir entre ganas y energía. Aprender a tener menos culpa si no coinciden. Hacerme cargo de eso aunque duela.
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Hay mucho por dónde enredarse en las paradojas del tiempo, pero el asunto que hoy me trajo aquí parece ser el siguiente: Independientemente de la calidad de nuestra experiencia presente, las cosas que ahora son, lo son sólo por ahora. La tormenta pasa, el sol reaparece, las nubes se reacomodan. No hay garantía ni destino de que mañana pasará lo mismo. Al contrario, cada día (y algunos dirían que cada momento) es una nueva oportunidad para volver a empezar. La vida real no es Palm Springs: hoy no es destino, hoy no es siempre, pero siempre es hoy.
Carlos Arroyo en Sunday Service.
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Mi mantra de los últimos días, por Olivia Herrick.
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Cata me recordó que en junio del año pasado compartí la última parte del poema Inédito de Leandro Gabilondo. Hoy sonrío y te lo comparto entero:
Tengo fe. Y la predico.
Una fe extraña, torpe,
esporádica, indulgente.
Creo en Eva, en El Diego,
en Gilda, en el Gauchito Gil,
en mi abuela Pichona
y en la fuerza impostergable
de las infancias. Esas figuras,
más otras chucherías
para no tener miedo.Entonces, recién,
mientras barría la cocina
con un dejo de ansiedad,
me puse a pensar que, tal vez,
algún día mis divinidades
pueden apersonarse para
concederme un deseo único,
sin letra chica ni condiciones,
un deseo exclusivo, intransferible,
la contraseña de mis emociones.Sé muy bien que,
de puro atolondrado,
les rogaría que me concedan
uno más, un bonus track,
pero no de caprichoso,
sino para equilibrar el peso
de mi vida, la correlación
con el espacio y el tiempo,
ese dilema, esa guerra,
ese espejo, esa multa.Si me lo aceptan,
si me dan el privilegio,
mi deseo sería simplón, barato,
sin protocolo ni brillo moral:
solo les pediría
que nunca, pero nunca,
me falte el valor
para asumir lo que siento.
Y calma, muchísima calma
para afrontar lo inesperado.
En ese momento no tenía ni idea de la inmensidad de lo inesperado ni de la profundidad de mi calma en todo el proceso, pero menos mal que algunos deseos se cumplen.
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Hasta la próxima
¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Que tal todo?
Esta semana para mí fue de mucha calma, siete días en los que me obligué a muy pocas cosas. Escribir este mail fue una de esas cosas y me pone contenta estar en tu casilla este domingo friolento. Mi corazón tropical no lo tolera muy bien pero por suerte compartimos el dolor con Siesta y pasamos largas horas tapadas hasta la nariz. Se podría decir que estamos empezando a hibernar.
Hice mi primer taller de escritura. La pase hermoso, aprendí tantísimo y mi lista de “por leer” se engrosó bastante. También confieso que ahora le tengo un poco de temor a los gerundios. Que la literatura me perdone, yo sólo vengo a divertirme.
Gracias por leerme, con mis errores y alegrías. Para mí es muchísimo,
Maca
Gracias por compartir. Muy buena la página con la tesina. Soy docente, me la llevo para chusmear en profundidad.
Me encanta leer lo que tú escribes