La cara del Chango Spaciuk cuando escucha al bebé. Obvio, la canción también.
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Recordar que en algún momento tenían el sueño de que aprenda bandoneón y no llegué ni a sacar 5 acordes en la guitarra. Mirá si me van a dar las aptitudes para manejar a este instrumento que tiene más botones que el primer cohete a la luna. (Escribo esto, miro mi mano, me río. El índice izquierdo todavía lo uso poco para teclear. Imaginate seguir el ritmo).
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Ir a una muestra de arte con una de mis mejores amigas. Comer pizza en Av. Corrientes después de eso.
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Hablar con mi madrina.
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Leer cosas que me hacen sentir cosquillas en las neuronas. Darme cuenta de lo mucho que me gusta aprender.
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Este pattern de Josef Frank.
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El neurocirujano me dió luz verde para ir a mi equipo de running si mi kinesióloga lo aprobaba. La kinesio me dio luz verde a ir al equipo a empezar a caminar rapidito hasta que pueda trotar y después trotar rapidito hasta que pueda correr. No me paran más.
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Mi mamá pudo volver a su hogar después de dos meses (esto me alegró y entristeció a partes iguales).
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Las ilus de Yana Boyko.
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Escribo como si boxeara. Hay una rabia infinita dentro de mí, una violencia infinita dentro de mí, una nostalgia infinita dentro de mí, una furia infinita dentro de mí, un arrebato ciego dentro de mí.
Leila Guerriero – Mi diablo
Hasta la próxima
¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Que tal todo?
En Buenos Aires hoy hace un calor de esos que se sobrevive a pileta o aire acondicionado. A mi hoy me toca lo segundo, aunque doy un riñón por estar en un saltito de esos preciosos de Misiones.
Empecé a escribir este mail de muy mal humor. El lunes dejé un recordatorio frente a la computadora: “No tiene que gustarme. Simplemente lo tengo que hacer. ¿Es bueno, es malo? No importa”. La Macarena del pasado le dejó un recordatorio a la de hoy. Así que me senté, lloré un poco, revolví entre las pestañas abiertas, hice memoria. Escribí. Hacia el final volví a hojear un libro que consulté hace poco y encontré la última cita. Recorté la última parte, que dice así:
Porque siempre, siempre, siempre, escribo como si boxeara. O, mejor, ¿por qué siempre, siempre, siempre, escribo como si boxeara?
A diferencia de Leila, yo no siento que todas las veces que escribo lo hago con una furia extraordinaria. Hoy sí. Quizás solo es que me pone triste no haber podido ir a la marcha ayer. Quizás es este calor espantoso. Quizás es que tengo muchas ideas y no se por dónde empezar.
Y ahí recuerdo que yo por lo general escribo suave. No necesita más violencia este mundo. Yo dejo caer una letra atrás de otra como un tintineo que me recuerda las cosas que me hacen sonreír. Pero hoy tocó escribir como si boxeara, y con cada golpe ayudar a que la furia se disipe entre tanta belleza.
Maca
https://youtu.be/HZOKXR6g4cY?si=sgm0fVz4Tji6dnsI
Mira vos con lo que uno se encuentra cuando te sigo la corriente ... 🦋🌺