Incluso cambió su nombre

Sobre lo que permanece.

El murciélago dorado

Por lo general cuando veía libros de Edward Gorey en mis expediciones a la librería los dejaba donde estaban. Pasaba de largo de esos ejemplares en blanco y negro llenos de trazos minuciosos. Pero hubo algo en la trágica historia de Maudie, bailarina extraordinaria, que me hizo regalarle 5 minutos más de mi tiempo. Flechazo absoluto.

Maudie fue encontrada por Madame Trepidovska a los 5 años y desde entonces dedicó su vida a la danza. Pero detrás de esos minutos de gloria en el escenario se escondía una vida bastante tediosa. Incluso cuando importantes sucesos acontecían en su vida —encabezaba compañías de danza y se convertía en la bailarina reinante de la época— su vida seguía siendo bastante lúgubre.

Incluso cambió su nombre y su vida no era, en verdad, diferente de lo que había sido.

Me veo reflejada en Maudie. Hay pequeñas cosas que cambian muy rápido mientras la mayoría de las cosas permanecen iguales. Los mismos dolores de siempre siguen ahí, las malas costumbres. El cuerpo tiene una memoria asombrosa. Yo pensé que el cavernoma me iba a cambiar la vida sólo por haber sucedido. Pero tras solo dos meses me doy cuenta de que no, que la que tiene que hacer el esfuerzo de cambiar soy yo.

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La curiosa vida de Edward Gorey

Un niño brillante.
Un niño sin hermanos.
Un niño delicado que miraba
por la ventana,
que hacía dibujos asalchichados
de trenes con destino a la ciudad
y que aprendió a leer
por su cuenta.

Edward Gorey es un artista tan singular que no sólo tengo un par de sus obras en mi biblioteca, sino que también tengo su biografía escrita por Lori Mortensen e ilustrada por Chloe Bristol.

En su obra desarrolló una capacidad especial para entretejer lo mundano con lo fantástico, creando un universo único donde lo cotidiano se transformaba en algo maravillosamente extraño. La obra de Gorey se destacó por su constante cuestionamiento de los límites establecidos en cuanto al género y la moral de su tiempo. Su creatividad se manifestaba también en su uso ingenioso de seudónimos, creando una constelación de identidades autorales a través de anagramas de su propio nombre. Estos alter egos atravesaban todo el espectro de género —algunos femeninos, otros masculinos, y muchos deliberadamente ambiguos— en un ejercicio que cuestionaba fundamentalmente la noción misma de identidad.

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Nunca desperdicies tu midlife crisis

Digamos todo: midlife crisis suena mucho mejor que “crisis de la mediana edad”. A veces me pongo un poco cipaya, qué se yo. Igual nunca le voy a decir capibaras a los carpinchos, ese es mi límite.

A lo que voy es que encontré este post de Austin Kleon y me sentí tan interpelada que quiero compartirtelo. Me tomé el atrevimiento de traducirte una parte:

[…] Higgs decía que los artistas que admira son personas como David Lynch, "Gente para la que no pensarías que hay un lugar obvio en el mundo, pero que simplemente hacen lo suyo sin más, y un espacio se va construyendo a su alrededor". Continúa:

Existe un concepto en ecología llamado 'creación de nicho'. Y la idea es: no es que una especie llegue y diga 'oh, me podría ir bien aquí, hay mucha comida' y cosas así. Una especie llega y simplemente hace lo suyo, y al actuar en el mundo, va creando el entorno que necesita para sobrevivir. Cuando tomé la decisión de intentar convertirme en escritor a tiempo completo — siendo plenamente consciente de lo absurdo que era dado todos los modelos de negocio de la escritura — hubo una especie de acto de fe de que si simplemente lo hacía, la gente que leería mis libros empezaría a aparecer. Y poco a poco, con el tiempo, construiría un grupo de personas que dirían, 'Oh, ese tipo es interesante, leeré su próximo libro'. Lo suficiente para mantenerme. De alguna manera creas el nicho que necesitas. No es como si el mundo estuviera diciendo, 'Oh, hay una verdadera necesidad de libros de John Higgs, ¿dónde están?' Pero si los haces, el mundo de alguna manera reacciona a ellos.

Justo esta semana falleció Lynch. Gracias a él por todas las cosas maravillosas que nos regaló.

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La ilus de esta semana

Descubrí que ilustrar con pluma y tinta china también es incómodo.

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En qué ando

Leyendo. Anhelo de raíces, de May Sarton. Auguro un año de hermosas lecturas en compañía, porque me uní a un club de Lectoescritura con una amiga. Este primer libro ya me encantó.

Escuchando. NUEVAYoL de Bad Bunny en repeat. Si señor, le prometo que apenas pueda vuelvo a tomar clases de salsa por el simple placer de reírme y mover el cuerpito porque sí.

Viendo. El escándalo de Wanda y la China. Los vlogs de Sophie me devuelven las ganas de dibujar cada vez que los veo.

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Hasta la próxima

Buenas buenas, ¿cómo estás?

Yo, siéndote sincera, un poco incómoda. Resulta que toda esta situación que me está tocando atravesar trae aparejado sentir cosas a las que no estoy acostumbrada o que fácilmente desactivaba poniéndome a hacer cosas. Entiéndase hacer cosas por la responsabilidad de turno.

Pero cuando tu cuerpo no te permite hacer tantas cosas… ahhhh. Toca sentir. No recuerdo algún momento en mi vida en que haya sentido tanta envidia, por ejemplo. Hice una lista en una conversación conmigo en WhatsApp:

Reconozco que el último ítem siempre me pasó y no creo que se vaya algún día (y me da risa haberlo escrito 45 minutos después de la catarata de los anteriores). Es eso, a veces no me siento cómoda sintiendo lo que siento. Y quiero contarte un poco del lado B de toda esta situación. Sé que a veces edulcoramos las cosas y no quiero que pienses que soy algo así como la gurú iluminada de los cavernomas.

Mientras tanto sigo haciendo los ejercicios dos veces por día, ya puedo sacar a Siesta a la mañana con cuidado, de a poco cocino, te estoy escribiendo… todo eso me hace bien. Saber que estas acá, leyéndome y acompañándome, me hace muy bien.

Te mando un abrazo inmenso,

Maca

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